INTERNACIONALES

Astilleros brasileros renegocian R$ 8.000 millones con bancos y proveedores

(FNM) El desmoronamiento de Sete -empresa creada para encargarse por mandato de Petobras de las plataformas que serían utilizadas en el del presal-, las denuncias de corrupción y la escasez de de buques de exploración petrolera, deterioraron la situación financiera y operacional de los tres astilleros ligados a contratistas, y que eran hasta hace poco tiempo, símbolos del renacimiento de la industria naval del país.

En conjunto, los astilleros  Enseada, Atlântico Sul (EAS) y Rio Grande (ERG) están en proceso de reestructuración y renegocian deudas con bancos y proveedores por montos del orden de los R$ 8.000 millones.

Para algunos especialistas, la situación más crítica es la de Astillero Enseada Indústria Naval, que pertenece a Odebrecht, UTC, OAS y a los japoneses de Kawasaki Heavy Industries.

La empresa construyó un astillero en Bahia, exclusivamente dedicado a atender los contratos para la provisión de siete barcos de perforación petrolera para Sete Brasil. Desde comienzos de 2015 Sete dejó de pagar los contratos, y Petrobrás no definió aún si va a mantenerlos.

Como resultado, Eneseada terminó el año con un pasivo descubierto de corto plazo de R$ 2.000 millones. En octubre, tendrá además los primeros vencimientos de un préstamo de R$ 1.100 millones que tiene con los bancos do Brasil y Caixa, que traspasaron recursos del Fondo de la Marina Mercante.

La empresa intenta renegociar plazos y ganar tiempo para encontrar una solución que le genere ingresos. El nuevo flujo de caja dependerá de esa renegociación y del mantenimiento de los contratos con Petrobrás en el ámbito de Sete. La empresa estudia también buscar ingresos con la producción de torres y generadores eólicos.

En cuanto a Sete Brasil – el ambicioso proyecto creado para reavivar a la industria naval brasilera-, la empresa está envuelta en denuncias de corrupción –que también alcanzan a los astilleros-, e ingresó este año en proceso de recuperación judicial. Desde el año pasado, la compañía venía intentando la obtención de un préstamo de largo plazo que le permitiera financiar por lo menos una parte de las plataformas que estaban en su cartera.

La empresa intentó mantener parcialmente la contratación reduciendo el total de embarcaciones encargadas por Petrobrás de 28 a 19, pero no tuvo éxito. Sin dinero, la firma dejó de pagar a los astilleros, que paralizaron las construcciones. El último balance de Sete muestra que la mora con los cinco astilleros con los que tenía contratos (EAS, Enseada, ERG, Jurong y Brasfels) fue de R$ 6.000 millones.

Perjuicios

Para los bancos, que ya tuvieron que pasar a pérdida los préstamos que le hicieron directamente a Sete Brasil, la situación de los astilleros también se muestra preocupante.

Solamente con Ecovix –empresa dueña de Astillero Rio Grande (ERG)-, los bancos están renegociando deudas por R$ 4.500 millones. Los préstamos no están siendo cobrados, pero la empresa tiene hasta fin de año para presentar una solución, que debe pasar por la venta a un inversor extranjero.

Los principales socios de Ecovix, de la contratista Engevix, están hoy presos y algunos ya fueron condenados por corrupción en contratos con Petrobrás. Todos fueron apartados del astillero, hoy administrado por el Banco Plural.

Según algunas evaluaciones, el hecho de que este astillero mantiene otros contratos directos con Petrobrás, y no solamente los que tenía con Sete, podría ser un punto a favor en las negociaciones.

Lo mismo ocurre con Astillero Atlântico Sul (EAS), que pertenece a Camargo Corrêa y Queiroz Galvão, y que ya tenía contratos directamente con Petrobras.

El astillero consiguió retener cinco órdenes de construcción de Transpetro y está negociando siete buques más, que también serían para Transpetro, con otros clientes.  EAS recibió de sus socios una capitalización de R$ 400 millones este año, en parte para mantener los contratos de financiamiento. La empresa tiene una deuda de cerca de R$ 1.200 millones con el BNDES.

A pesar del optimismo en recuperar los ingresos, en 2015 registró pérdidas por R$ 349 millones, que se sumaron a otros R$ 329 millones del año anterior. La empresa también tenía contratos con Sete Brasil y fue la única que los cerró unilateralmente al dejar de cobrar. Todavía existe una disputa en torno a esta cuestión, pero de cualquier forma, la empresa necesita renegociar cerca de  R$ 500 millones con sus proveedores. (Portos e navios. Adaptado al español por NUESTROMAR)

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